12.3.12

Las putas casualidades

Nunca olvidaré aquel viernes de marzo. Ése en el que por fin me aventuré a determinar qué pasos iba a seguir. Me encontraba buscando trabajo sin éxito alguno debido (entre otras cosas) a la crisis del momento. Era el momento de diferenciarse. Por la mañana un comercial me medio convenció de hacer un MBA, master entre los masters. Estoy seguro de que si no hubiese aceptado, durante los siguientes meses, ese trato no me encontraría en el despacho donde estoy ahora. Fue casi cuando acabé ese master, cuyo temario tan poco me convenció, cuando coincidí inesperadamente con Ramón. ¿Quién nos iba a decir por aquel entonces que todo nos iría como nos está yendo? Aquel mismo día, antes de que llegara la tarde, recibí una llamada de Mariona. Ése fue el primer fruto de tan frustrante búsqueda de trabajo. Quedamos para una entrevista la siguiente semana. La dinámica de grupo fue fatal pero supe desde el primer momento que la vi personalmente, que me la tiraría. Era raro cómo sonreía mientras me miraba, después de hacer sus anotaciones. Esa sonrisa es la que aún hoy me quita el sueño. Todo con ella pareció diferente, al igual que con la parte profesional. De repente, todo se desató y, simplemente, comenzó a fluir hasta el día de hoy. Y... ¡no me puedo quejar! "No se pueden unir los distintos puntos mirando para adelante; se pueden unir únicamente mirando hacia atrás". Y solo es ahora cuando puedo unir cada una de mis decisiones a lo largo de los últimos 30 años que han dado como resultado mi situación actual. Ahora, sentado, pienso en las buenas decisiones que he tomado a lo largo de mi vida. Así intento trazar una narración que pueda resultar interesante para los jefes de las mayores empresas del país que vendrán esta tarde a mi seminario en la universidad donde, junto con mis compañeros y casi sin querer, todo comenzó. 

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