30.12.11

What's love?

"(...) because loving someone is helping them when they get into trouble, and looking after them, and telling them the truth, and Father looks after me when I get into trouble, like coming to the police station, and he looks after me by cooking meals for me, and he always tells me the truth, which means that he loves me."

The curious incident of the dog in the night-time

19.12.11

Con más ganas que nunca...

...de que acaben estas fiestas navideñas que aún no han empezado

16.12.11

Cocido escocés. Juan José Millás

Aquella chica venía de llorar como otros vienen del trabajo. Coincidíamos en el metro, cuando yo volvía a casa de la oficina. Me pasaba el viaje observándola disimuladamente, fantaseando sobre las razones por las que había llorado esa jornada, en el caso de que no llorara siempre por las mismas. Ella permanecía abstraída en un rincón, siempre el mismo, ajena a todo, a todos, hasta que una voz interior la avisaba de que había llegado a su estación. Entonces abandonaba el tren y se diluía entre la gente como la columna de humo de un Camel. Tuvo un abrigo gris que le duró seis inviernos y una falda escocesa que solo se ponía los viernes, el día en el que en mi casa se hacía cocido para comer, de modo que los cocidos me saben aún a falda de cuadros y las faldas de cuadros a cocido. Cuando cambió de abrigo, yo le di la vuelta al mío, que tenía cinco años, porque me pareció que era el momento de renovarse o de morir y no tenía una pistola a mano, ni siquiera un maldito frasco de somníferos. Creo que nunca reparó en mí ni en mi pena, mi pena por ella y por todos los que veníamos a aquellas horas (las nueve de la noche) de ganarnos la vida, o de perderla. Cómo saber si aquello era esto o lo otro, aún no lo sé.
Un día dejó de aparecer y no volví a verla, aunque la busqué por todo el convoy, por si hubiera cambiado de vagón, que es como cambiar de costado cuando no coges el sueño. En cuanto a mí, también la vida me condujo a otras líneas del metro y así pasaron los años. La semana pasada, volví a encontrarla, en la línea 5. Pese a los años transcurridos (30 o más), la reconocí al primer golpe de vista, pues de cara al menos no había cambiado demasiado. Noté que también venía de llorar, lo que me proporcionó una desazón enorme. Me pareció que llevábamos los dos toda la vida en el metro, casi con los mismos abrigos.
EL PAIS, 16-XII-2011

8.12.11

Cambios


Con el paso de los años me volví más terco y testarudo. Nunca me daba por vencido hasta llegar a conseguir todas mis metas. Quizá me convertí también en más cascarrabias. Dejé de entender, de pronunciar y de escuchar la palabra “no”. Comencé a pensar diferente, a mirar la realidad desde otro punto de vista. Luego me di cuenta, dejé de pensar tanto y empecé a actuar. De un tiempo a esta parte valoré mi propia opinión en mayor mesura y la apliqué siempre que pude. Dejé de prostituirme por unos cuantos billetes de más con una vida de menos. En la misma medida, abandoné los hábitos que me habían llevado a gastar y gastar sin mesura. Escuché más y valoré de forma diferente a todas esas personas que me rodean. Invertí la cantidad de tiempo que les dedicaba y, en consecuencia, cambié mis prioridades vitales. La idea de tener hijos pasó de una negativa sin vuelta de hoja a una realidad en unos pocos años. Aprendí a no venderte, a ti, por un trabajo absurdo. Por último, olvidé la idea de pretender cambiarte (con el ticket de compra).

1.12.11

The Office (UK)


La gente del trabajo es un grupo de personas con las que te han juntado. No los conoces. No los elegiste. Y sin embargo estás más tiempo con ellos que con tu familia o amigos. A pesar de que lo único que te une a ellos es que paseas por la misma alfombra durante 8 horas al día. Y aún así, puede surgir alguien con el que te conectas.

La vida no es sobre finales, ¿verdad? Es una serie de momentos.

Un filosofo dijo una vez, “Se necesitan tres cosas para tener una buena vida. Uno, una buena amistad. Dos, un trabajo decente. Tres, marcar la diferencia”