30.9.19

Palabras


La sensación es parecida a cuando estás en una sala vacía, sin ningún ruido. Como estoy ahora yo. Solo esperando a que pase el tiempo.

Y así, en silencio, se te va acercando. La primera vez no le das demasiada importancia, te coge muy lejano. Y poco a poco, a medida que tu edad avanza, los casos a tu alrededor se multiplican.

Pasa de ser la prima del pueblo de tu vecina a la cuñada de tu mejor amigo. Pasa de ese cantante con el temazo de hace 20 años a la hermana de la clienta de tu tienda, al tío de tu amiga o a tu compañero de trabajo.

Hasta que llega un día que te toca a ti. Primero te resistes a ir al médico por esa tos. "Ya se me pasará"... pero cuando te llaman para que vayas lo antes posible a la consulta, empiezas a preocuparte.

Y entonces es cuando van a ti directamente dirigidas (y difícilmente digeridas) esas extrañas palabras: "biopsia", "melanoma", "linfoma" o "metástasis".

Y te obligan a olvidar, poco a poco, algunas palabras hasta entonces familiares: "benigno", "antídoto" o "cura".

Y te resignas a cambiar tu esperanza por interminables horas en silencio en cualquier hospital mientras grabas a fuego en tu memoria una nueva palabra: "quimioterapia".

Y es que incluso si lo consigues, acaricias la "victoria" y logras alejarte de la palabra "muerte", siempre te estará acechando la "recaída".