18.8.17

Día de valientes

Hoy es un día para valientes. Para héroes. Para aquellos que, después de lo que pasó ayer, salen a la calle. Aquellos que van a trabajar. Más aún aquellos que tienen que ir o, siquiera pasar, por el centro de Barcelona.

Las noticias ayer volaban. Se cruzaban, algunas en dirección totalmente opuesta. La TV interrumpió toda su programación para informar de todo lo que se supiera (muchas veces con un retraso de tiempo importante). El móvil vibraba; tanto por las noticias y vídeos a través de Whatsapp como a través de Twitter (muchas veces a tiempo real). Caos, confusión e incerteza durante horas.

La sociedad se volcó. Es emocionante ver cómo el resto de conflictos se dejan a un lado para colaborar. Para ofrecer lugar donde resguardarse durante unas horas interminables. Para donar sangre. Para ofrecer cama donde (intentar) descansar. Para desplazarse gratuitamente -ya sea en transporte público o en taxi- y alejarse del centro.

Mención a parte tendrían aquellos obsesionados, que en vez de ayudar, se dedicaron a grabar y compartir momentos de dolor sin ningún tipo de respeto.

Hoy la gente no habla por hablar. Es lo que ocurre siempre después de algo así. Reina el silencio que solo se rompe para hacer comentarios sobre un mismo tema; lo que ocurrió ayer. Se comparten opiniones o experiencias y cada uno reflexiona en silencio. 

La noche ha sido larga y complicada; repleta de miedos. Ha costado que saliera el sol. Pero un nuevo día ha aparecido repleto de esperanza. Esperanza para los valientes.

La gente en la calle observa. Un punto atemorizada; en alerta. Están atentos para reaccionar ante cualquier situación extraña que evoque al horror de ayer. Están atentos para ayudar.

¿Ayer? Ayer fue un día de cobardes.