23.7.08

¡Nos vemos!

Tate modern, London dungeon, Clint prison museum, hyde park, Natural history museum, Candem market, Regent's park, Madame thussand's, Portobello market, greenwich (creuer pel Tàmesis), Westminster abbey, Imax (the dark knight), London eye, St. Paul cathedral, Tower of London, British museum...

Ens veiem a la tornadaa!

16.7.08

Adivina quién es quién I

¡Qué curioso! La primera entrada en la que la imagen es más importante que el texto. En uno de esos debates internos, pensé qué era aquello que nos diferenciaba los unos a los otros. Aún no sé la respuesta. Adivinen a quien pertenecen estas secciones. No hagan trampa: intenten adivinarlo y no modifiquen sus respuestas al ver los otros comentarios.

Pista: todos parecen tener una extraña relación conmigo. Además te diré que hay personas relacionadas con la música, el deporte, el cine y la televisión. Premio al que acierte pleno al 8.











































14.7.08

El compromiso

- He quedado con el carpintero en mi local a media mañana. Te haré una visita cuando llegue. Primero he de pasar por casa de mis padres para cambiarme. Llevo dos días con la misma ropa.
Siempre que ella hacía puntualizaciones de ese tipo, él pensaba que era un modo de decirle que aunque no se quisieran deberían regular su situación, pero él no se atrevía a dar el primer paso por miedo a ser rechazado, aunque también por el temor a que ella decidiera trasladarse en seguida. Sólo el 50% de sí, quizá el 40, deseaba vivir con Teresa. A la otra mitad le gustaba estar sola, pero parecía imposible complacer a las dos. Una vez, hacía tiempo, le confesó estas dudas a una mujer que le dijo que eso era miedo a comprometerse. Pero era miedo a comprometerse con la parte libre. La otra lo estaba deseando. Quizá Teresa, pensó, también tuviera dos mitades, pues cuando daba un paso en la dirección del comrpomiso solía caer en una tristeza honda, de la que costaba mucho rescatarla. Lo deseable, se dijo con una sonrisa, sería llegar a acuerdos por zonas: esta parte se casa contigo, pero esta otra permanece debajo de la cama. Venía a ser lo mismo que decir podrás entrar en todas las habitaciones de mi casa, menos en la del fondo del pasillo. Trató de imaginar cómo se sentiría él si Teresa le hiciera una propuesta de ese tipo. ¿Necesitaría violar la prohibición? ¿Y con qué parte de sí, la ocupada o la libre? Lo cierto es que los dos tenían una región secreta a la que el otro no podía acceder, pero se trataba de un lugar sin geografía, de un país sin territorio, incluso sin una lengua propia, sin constitución, sin historia.

No mires debajo de la cama - Juan José Millás

4.7.08

Magia potagia

Nada por aquí, nada por allá. Tu último desahucio emocional y su posterior embargo, te han vuelto a dejar con lo puesto. Se te van enfriando los reproches y ya se sabe que esos, fríos, no valen nada. Desaprendes rutinas ajenas, reconquistas las propias que recuerdas y poco a poco vas iniciando una nueva mudanza de palabras vacías que hay que enjuagar primero con lágrimas de todo tipo, para volver a llenarlas algún día de sentido, sensibilidad y así luzcan otra vez como se merecen.

Nadie por aquí, nadie por allá. El mercado no ha hecho más que ir a la baja desde que tú lo abandonaras. Qué pereza. Qué decepción. Que no, que te quedas en casa. No piensas volver a contar tu vida en tu vida. Si eso, la publicas en un blog, y que se vayan actualizando los nuevos. Pero qué nuevos. Siempre quisiste lo que no podías tener, y ahora que podrías tenerlo todo, no apetece ni siquiera quererlo.

Desempolvas tu agenda con la esperanza de seguir desempolvando. Más pereza. Dónde están ahora todas esas oportunidades que dejaste pasar porque estabas por otra cosa (sí, ahora le llamas cosa). Dónde las frases bonitas que cayeron en tu saco roto (a tomar por ídem). Dónde las gotas que jamás colmarían tu vaso (lleno de mitades vacías).

Y así por aquí, y así por allá. Parece que hoy sólo serás capaz de escuchar las mentiras que empiezan por nunca más. Las únicas que estás dispuesta a creerte. Las únicas que te hacen sentir que estás aprendiendo.

De pronto, coño, una chistera. A ése qué le pasa, por qué te sonríe, igual tienes un moco y no te lo has visto. Y ahora por qué empieza a decirte cosas que has oído ya cientos de veces, en más de mil y una noches, y sin embargo, a él le obsequias con una cara de atontamiento generalizado, como si de repente tu cociente hubiese decidido dividirse por su infinita torpeza.

Tus ganas de volver a ser incoherente o contradictoria o tonta del culo te hacen ignorar tanta tradición de chistes malos sobre polvos mágicos y conejitos felices, en el mismo instante en el que ese prestidigitador de tres al cuarto decide jugársela a una carta y te pide que memorices su número.

Quizás por tus ganas de olvidar más que por las de recordar, decides huir hacia delante y prestarte voluntaria para ser su mano de todo menos inocente.

Empezáis a veros con esa imposible mezcla de ilusión e incredulidad, una mezcla que te resulta demasiado familiar, pero como cada persona es un mundo, algo dentro de ti va repitiendo el mismo mantra.

Que sí, que esta vez será diferente.

Te convences tanto a ti misma que hasta parece que convences a los demás, y ya nadie te pregunta el porqué de tanto birli ni de tanto birloque. Buscas los argumentos que apoyen tu nueva tesis, y suenan cada vez más maduros de pelar. Hoy te sientes más mujer que la de cualquier anuncio de compresas.

Quizás por eso, al final, sintiéndote la más fina, segura, confundida y bipolar, coges el teléfono y te decides a hacerme la pregunta del billón.

Cuál es el truco.

Ja. A ti te lo voy a contar.

04 de Julio de 2008 | Risto Mejide