23.12.17

La Vida (1)

Hay veces que parece que la propia vida se encargue de enseñarte lo cruel que puede llegar a ser. Es como para que te des cuenta y, por comparación, te sientas afortunado. Me encantaba pensar "estoy en mi mejor momento" pero ahora no es así. Las cosas cambian rápido y de la noche a la mañana tu pequeño mundo que vas construyendo día a día, con paciencia, se desmorona. Hay veces que hacemos planes. Quizá demasiados planes. Llega la vida y te dice, ¿qué te crees? Yo tengo algo que decir. Y te lo dice claro, sin preámbulos. Parece imposible continuar cuando te sientes tan extraño y enfadado con tu entorno. Cuando lo personal y lo profesional parece que se unen para que no veas más allá. Cuando le pierdes el sentido de todo. Cuando ya no sabes cómo proseguir. Pero siempre, lo importante, es proseguir. Sea como sea; un día, luego el otro y continuar. Porque siempre hay un día que será el punto y final. Y de nuevo será la vida quien lo decida por ti. A veces demasiado pronto. A veces demasiado tarde. A veces demasiado injusto. Y cuando ves a alguien que se te va, te planteas de nuevo el sentido de todo. Te planteas qué coño haces perdiendo el tiempo con estupideces. Te planteas que eres un idiota que no sabe nada. Y que se cree saber todo. El otro día, en la tele, escuchaba a Pablo Carbonell: "Solo hay dos problemas en la vida. Uno que te mueras. Y el otro, que te digan que te vas a morir. El resto se puede solucionar". Y aunque es difícil, te esfuerzas en continuar, en buscar esa solución aunque pueda ser dolorosa. Y aunque es difícil, te sientes afortunado. Afortunado por no estar al amparo de la vida. Por no vivir mirando el calendario. Por no vivir contando tus horas. Por no vivir sintiendo que es tu última cena de navidad. Por no sentir que los "problemas" del resto son gilipolleces. Y por no parecer un desagradecido con la vida.