25.8.07

4.8.07

Story

"-Érase una vez un país -repitió Julio- en el que había menos sombras que personas.
-¿Por qué?
-Porque la mitad de la gente nacía sin sombra.
-¿Y cómo era la gente sin sombra?
-Atolondrada.
-¿Qué quiere decir atolondrada?
-Que pensaban poco las cosas.
-¿Qué cosas?
-Todas las cosas. Se pillaban los dedos con las puertas; se caían por las escaleras; se cortaban con las tijeras; se quemaban con la sopa; se atragantaban con la comida; se dejaban los grifos abiertos y los cordones de los zapatos desatados...
-¿Se hacían pis en la cama?
-También.
-¿Sabían leer?
-Mal
-¿Y qué pasó?
-Que el Gobierno de ese país decidió dividir por la mitad las sombras existentes y repartirlas entre los ciudadanos para que todos tuvieran al menos media sombra.
(...)
Bueno, la gente iba por la calle con la media sombra que le había tocado, pues se adjudicaban por sorteo. Pero un día, dos personas recorrían un parque, seguidas cada una de su media sombra, cuando algo las impulsó a detenerse. Al mirar al suelo, hacia aquello que las había obligado a pararse, se dieron cuenta de que sus medias sombras eran las dos mitades de una sombra original que ahora, al reencontrarse casualmente, ya no estaban dispuestas a separarse otra vez. Dio la coincidencia de que los propietarios de aquellas dos mitades eran un hombre y una mujer solteros, por lo que se casaron y dispusieron de aquella sombra unida en régimen de bienes gananciales.
-¿Qué significa bienes gananciales?
-Que lo que es de uno es también del otro.
-¿Y qué más paso? -preguntó Julia bostezando.
-Pues que a partir de ese momento todas las medias sombras existentes en el país comenzaron a buscar a su otra mitad arrastrando a las personas de un lado a otro en esa búsqueda. El afán de las sombras por encontrar la otra parte de si mismas era tal que mandaban más que las personas. Las sombras dominaban los movimientos de todo el mundo. Y cuando dos medias sombras, que originalmente habían sido una, volvían a encontrarse, sus propietarios no tenían más remedio que irse a vivir juntos: tal era el poder de las sombras… -Julio advirtió que la niña se había dormido, pero continuó contando el cuento más para él que para ella. Necesitaba saber qué más pasaba en aquel país-: Continuamente se deshacían unos matrimonios y se construían otros no en función del interés de los cuerpos, sino del de las sombras. Cuando las parejas se divorciaban, el marido y la mujer luchaban por obtener una porción de sombra más grande que el otro. Las peleas eran brutales. Al final, la gente no se casaba por amor, sino por la sombra. Los matrimonios los decidían las sombras, mientras que las personas pasaron a ser un mero apéndice de ellas. Gobernaban el país las sombras de los políticos, mientras que las sombras de los profesores daban, en los colegios, clase a las sombras de los alumnos. Las sombras de los policías perseguían a las sombras de los delincuentes, que eran juzgados por las sombras de los jueces. Las sombras de los médicos curaban a las sombras de los enfermos. En los mercados, se vendían sombras de carne y sombras de pescado y sombras de pan a las sombras de los clientes. Como a las sombras les gusta la oscuridad, poco a poco se fueron prohibiendo en aquel país todas las manifestaciones de la luz. Primero las bombillas; luego las velas; más tarde la propia luz del sol. Aquel lugar se convirtió en una sombra gigantesca en cuyo interior, si removías mucho con un palo, encontrabas a las personas como en un potaje aguado encuentras los garbanzos."


Juan José Millás
Laura y Julio