21.10.09

Paraguas.

Os contaré un secreto. Hoy he tenido que ir a una librería para hacer un regalo a una amiga. Por el camino he pensado algo. Algo sobre lo que escribir. Quizá hoy actualizaría el blog. La idea básicamente era hablar sobre la relación entre el paraguas y el individuo en concreto. Es decir plantear la hipótesis de si aquél que lleva paraguas rojo es un apasionado (da igual de qué), el que lleva paraguas verde un ilusionado (ídem) o el que lleva uno negro un solitario, borde o reservado. Me iba fijando absurdamente en todos los paraguas y los colores de los mismos, así como del personaje que los llevaba. Internamente iba estableciendo relaciones que a continuación escribiría en algún sitio para no olvidarlas. ¡Voilà! Ya tenía incluso el final. Un final muy típico de mis textos. Finalmente dejaría caer que yo odio llevar paraguas, que nunca llevo, que por lo tanto no se podría establecer dicha relación y que, al fin y al cabo, me encuentro al margen de ese tipo de especulaciones. Pues bien, hasta aquí todo bien pero hay algo más. Resulta que casualmente hoy sí llevaba paraguas. De color negro. Y al salir de la librería en cuestión me he encontrado que del recipiente en que se dejan los paraguas, a la entrada del establecimiento, había desaparecido el que minutos antes (menos de 10) había aparcado allí para no mojar todo el suelo. Pensando de la mejor de las maneras, he decidido buscar si había otro semejante. Y ha resultado que sí. Por lo que he introducido la mano hasta el final de la papelera y casi ruborizándome, he huido del local. Realmente el paraguas se parecía mucho al mío. Supongo que deben ser de la misma marca, o del mismo rumano, vaya. La cosa es que se pliega exactamente como el mío, el mango es idéntico, la estructura igual etc. Sólo hay una cosa diferente. Y hasta no abrirlo no lo he visto. Resultaba que el que he “substraído” es estampado. Azul. Con triángulos marrones. Durante segundos pensé que alguien vendría detrás de mí lamentando la confusión y haciendo el pertinente intercambio paraguil pero no ha sido así. Ya me ves… tapándome de la lluvia con aquel instrumento con colores demasiado estridentes para mí ya que, sea por un motivo o por otro, me sentía realmente incómodo al lucir tales gamas de color y estampado. Ya tenía algo de lo que empezar a escribir…

18.10.09

Porque la vida puede ser maravillosa...

Ha fallecido un comentarista deportivo que no dejaba indiferente. Amado por muchos, odiado por muchos. Desde un inicio dedicado al baloncesto, campo en el que era indiscutible, ha dejado apodos y frases inolvidables. Ha retransmitido alguno de los momentos más destacables de los últimos años en la NBA. Más tarde comentó partidos de fútbol y fue entonces cuando más criticado fue por diferentes aspectos. En cualquier caso, volvió a dejar huella con expresiones propias, improvisadas, y pegadizas.
Sea como sea, odiado o amado, tenía ese toque original que hace que no lo olvidemos. Que hace que muchos de sus momentos mágicos se recuerden para siempre. Que hace que todo el mundo le extrañe. Que hace que todo el mundo se quiera despedir de él. Incluso aquellos que nunca se despiden. Hasta siempre, jugón.