17.6.08

Escrito con ganas

Con el tiempo acabas entendiendo de qué va la cosa. Entiendes tus prioridades, tus intereses, tus habilidades y 'puntos de mejora' (este término lo utiliza mucho mi jefe). Entiendes en qué situaciones debes demostrar y en cuáles callar. Hay momentos en los que te ves inmerso involuntariamente para poder llegar a realizar acciones de forma voluntaria, y seguramente, muy diferentes a las anteriores. Aún así, siempre hay dos maneras de hacer las cosas. Con ganas y sin ganas, o lo que es lo mismo, con quejas o con motivación; con desesperación o con ilusión. El esfuerzo es siempre imprescindible y, de hecho, es lo más valioso. Aunque no te agrade eso que haces, ten claro que cuanto más caras de desprecio le regales, más tiempo te tendrá en sus redes. Te recomiendo que lo utilices porque pese a ser aquello que nunca se ve, siempre se nota. En cada una de tus acciones desprendes la plenitud o la falta del mismo. Que, por cierto, no significa reir ni sonreir cuando algo te sale mal. Ahora mismo estoy escribiendo esto gratamente desde un trabajo ingrato; y no me refiero a un servicio desagradecido, sino intrínsecamente desmotivador (al menos por ahora...).


... en busca de un cambio semejante a esos giros espectaculares en novelas increibles y peliculas apasionantes [...] para no explicar describiendo y describir explicando ...

4.6.08

Aeropuerto

aeropuerto.

(De aero- y puerto).

1. m. Terreno llano provisto de un conjunto de pistas, instalaciones y servicios destinados al tráfico regular de aviones.


Hay gente que odia los aeropuertos. Yo los adoro. Como casi todo lo bueno, lo descubrí no hace mucho tiempo. Me quedé fascinado con el corredero de múltiples salas que comparten una característica común: todos van (citando a La Fuga) "p'aquí p'allá". En ese contexto, la categorización que se produce es casi nula. A modo de inciso, determino ese fenómeno, recordando uno de los mejores profesores, quien nos explico que en la Sagrada Familia todo aquel 'giri' que vemos es considerado chino, pese a ser coreano, mandarín, japonés o casi incluso valenciano; sólo por el hecho de compartir un rasgo determinado. Vuelvo al tema: en el aeropuerto no se produce ese fenómeno ya que todos los que estamos ahí somos 'giris' que esperamos, más o menos, para alejarnos a una gran velocidad. Advierta que no he dicho que nadie vive ahí. Me parece imprescindible comentar a aquellos (muchos indeseables, en el sentido más literal, claro está) que residen en estos espacios abiertos al público. Es posiblemente uno de los lugares más indicados para establecer conversaciones de lo más diversas. Ahí ves mucha gente desesperada. Desesperada porque su avión se ha ido sin él, sin él. Desesperada porque no viene su actor/artista/persona idiota que se cree mucho/imbécil preferido. [Podría decir algo más sobre esto último, pero si lees seguro que no te interesa desperdiciar tu poco tiempo con ese tema] Desesperada porque sabe que es el momento en que más lejano está el instante en que se vuelvan a ver. Desesperada porque no quiere separarse de la otra persona. Desesperada porque tiene que marcharse. Por último, de manera muy frecuente se ve al típico empresario con su traje y un sólo maletín (el jodido no tiene que facturar) que realiza, con prisas, algún puente aereo o bien algún traslado, normalmente hacia alguna ciudad europea, para una importante reunión. Éstos no se detienen a mirar. De hecho creo que la mayoría, aunque el mendigo que duerme por allí caiga del banco y se quede en sus pies, no le dirigirá la mínima palabra, porque él tiene prisa; y también egoísmo. Por suerte, para mí el aeropuerto siempre ha ido relacionado con factores de ocio. Quizá por ello nunca olvidaré las sensaciones que me provocan estar entre miles de personas de cientos de lugares de decenas de paises.