Día de limpieza (interior). Día de pensar en todo aquello del año que quieres dejar atrás (para olvidar). Día de recordar todo aquello en lo que fallaste durante los pasados 365 días, y (como no) todo aquello en lo que acertaste. Día de valorarlo todo con ojos diferentes, para hacer “borrón y cuenta nueva”. Mañana ya será día de proponerse (para no cumplir) nuevos y esperanzados deseos. Dejaremos atrás un año de finales y de principios (o al revés). Un año (más que cualquier otro) de decisiones. Un año de cambios. Un año (el que ahora empezamos a acabar) para acabar de empezar. Un año en el que grandes objetivos se han cumplido. Un año de esperanza y de deseos nuevos, de aires nuevos. Un año diferente. Un año en el que se ha podido empezar a decir SÍ a aquello que siempre se planeó pero en el que se ha terminado por decir NO a un objetivo deseado y (quizá mejor) no satisfecho en su momento. Así que para el año nuevo no pienso en un deseo (tan utópico) como cumplir todos mis objetivos, porque ahora (más que nunca) soy consciente de lo imposible (y aburrido) que resultaría.
Con una hora de retraso le daré la bienvenida al nuevo año por primera vez desde una capital (y además [aún] desconocida). Será desde la Edinburgh’s Hogmanay Street Party.
Propósito de año nuevo: escribir (y postear) más.
Mis mejores deseos para el 2011.